Y el odio y la rabia vuelven a inyectarse en mis venas tiñéndolas de negro.
Y el odio y la rabia vuelven a formar rosas rojas sobre mi piel.
Y el odio y la rabia estrangulan mi garganta, impidiéndome gritar.
Y el odio y la rabia aprietan mi pecho, sin dejarme respirar.
Es por eso que era más sano estar lejos de ti, porque el saber de tu vida dulce sin mí me hacía enfadar.
miércoles, 8 de septiembre de 2010
Ouandar
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