martes, 19 de mayo de 2009

Te arriesgas?

¿Si me vieras, me besarías?

Yo no lo haría. ¿Cómo pretendes que sea capaz de volverme a alejar de ti luego de probar tu sabor? Simplemente moriría

Prefiero quedarme lejos, muriendo lentamente, sólo con tus palabras de amor...

¿Lo ves? Te dije que de algo debía morir...

Al contado o a crédito?

Simplemente me quedan dos alternativas:

La primera es arriesgarme a demostrar la desdicha en mi rostro y aceptar la ayuda.

Y la segunda... es esconder mi tristeza en enormes y brillantes sonrisas y dejarme morir poco a poco.

Creo que escogeré la segunda

domingo, 10 de mayo de 2009

Celeste

El frío corre amenazante por mis venas.
Poco a poco se va extinguiendo una sensación que creí albergar duradera.
No quiero decir nada, no quiero pensar.
Ojalá pudiera internarme en la nada.
En la oscuridad.

Lastímame, acaríciame.
Quiero derramar mi sangre entre tus manos.
Porque sé que ya nada tiene el sentido que tenía en un principio.

¿Cómo puedo recuperar aquello que perdí y que tanto luché por mantener?
Al final las luchas no valen la pena, porque siempre las pierdes.
No importa cuanto te esfuerces.
Nunca nada es como lo quieres.
Nunca nada perdura.
Porque todo es efímero en esta vida.

¿Sientes que tengo rabia?
Yo no tengo nada.
Me siento vacío.
¿Rabia?
Poderosa rabia.
Profundo vacío.
¿Profunda nada?

Yo no tengo nada… Porque lo acabo de perder todo.
Mientras tus ojos ciegos se ocultan de mis líneas…
¿Qué importa cuanto grite? Estás sordo a mis palabras
¿Qué importan mis acciones? Estas ciego a mi persona.
¿Qué importa los sabores que te otorgue? Tu lengua jamás me probará.
Y mucho menos sentirá el aroma de mi piel como yo siento el tuyo.

Graduaciones de colores oscuros, colores claros, colores que tus ojos no alcanzan a percibir.
Mis propios colores.
Tú, sólo tú no los puedes ver…
Y siempre me he preguntado
¿Por qué?
También, si no oyes mis palabras,
¿Cómo sé que existes?
¿Cómo puedo creer que eres real y no un invento de mis percepciones desesperadas?
Ya sé…
Porque nada falso duele tanto
Como tus miradas que me traspasan.
¿Y para qué seguir hablando, si tú, el único que quiero que me oiga, no lo hace?
Entonces, adiós.

¿Sabes? Quizás sea yo el que no existe.
No me ves, no me verás.
Quizás yo sea producto de tu imaginación y no tú de la mía.
Porque imaginas a alguien que sufre por tu indiferencia.
Entonces… ¿Yo no existo?
Exacto.
Yo no existo, porque tú no me ves.