domingo, 25 de abril de 2010

Otoño

Una vez más llega el frío a mis días de constante sufrir.

La piel se me reciente, el cuerpo se estremece, los huesos se encogen frágiles y débiles.

No hay modo de que pueda aguantar este otoño sin llorar.

Porque el polvo se levanta y se mete en mis ojos, sin dejarme ver bien.

Los dedos se caen, quebrados, congelados.

No sirven para nada más

(como varias cosas más en esta vida mísera).

Pero ya no importa... porque a fin de

cuentas todos caen,

entre el calor de humanos cuerpos tendré que sofocarme.

1 comentarios:

Humorsobrenada dijo...

Que oscuro lo que has escrito.

Buen escrito

Felicitaciones y saludos!!