jueves, 26 de agosto de 2010

Ayer por la noche soñé que era una mariposa.

Ahora no sé cuál es la verdad.

Pero el liviano vuelo que mis alas podían hacer era tan real como el dolor que siento ahora en el pecho al despertar y no encontrarme oliendo flores.

¿O será que era verdad y he muerto para renacer como un ser humano?

Si llegara a morir en esta nueva vida, desearía ser viento, nubes o lluvia.

Ahora al sentarme a mirar la infinidad del campo que se extiende bajo mis pies descalzos, no sé cuál es la verdad que realmente importa. ¿Qué más vale? ¿Tener una vida en donde se puedan oler con tranquilidad las flores o extenderse por el tiempo sin saber cuánto vamos a durar, cuanto vamos a perdurar y de qué forma podremos perdurar? ¿De dónde sacar las ganas para seguir viviendo, teniendo en mente que la vida se extiende hacia un futuro del cual no alcanzamos a ver el final? Puede estar tan cerca que te tropieces con él o tan lejano que nunca lo alcances a tocar.

No se sabe realmente.

Pero de lo único que me puedo asegurar es que...

Algún día, si me llego a marchar, no quiero que me recuerden.

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